sexta-feira, 13 de abril de 2018

A Fé na Verdade revelada - Beato Papa Paulo VI

Homilia do Beato Papa Paulo VI no último ano do seu pontificado, em 29 de Junho de 1978, onde salienta a importância da Fé e dos documentos do seu pontificado que para a Fé apontam.

O texto completo pode ser lido aqui, não tem em português, como dá para compreender coloco o texto em espanhol.

Começa o Papa por recordar a importância e a centralidade da Fé:
"Nuestro ministerio es el mismo de Pedro, al que Cristo confió el mandato de confirmar a los hermanos (cf. Lc 22. 32) : es la misión de servir a la verdad de la fe y ofrecer esta verdad a cuantos la buscan, según una expresión estupenda de San Pedro Crisólogo: Beatus Petrus, qui in propria sede et vivit et praesidet, praestat quarentibus fidei veritatem (Ep. ad Eutichem, ínter Ep. S. Leonis Magni, XXV. 2; PL 54, 743-4).

En efecto, la fe es "más preciosa que el oro" (1 Pe 1. 7), dice San Pedro; no basta recibirla, sino que hay que conservarla incluso en medio de las dificultades ("per ignem, probatur", ib.).

Los Apóstoles fueron predicadores de la fe, incluso en la persecución, sellando su testimonio con la muerte, a imitación de su Maestro y Señor quien, según la hermosa fórmula de San Pablo, "hizo la buena confesión en presencia de Poncio Pilato" (1 Tim 6, 13).

Ahora bien, la fe no es resultado de la especulación humana (cf. 2 Pe 1, 16), sino el "depósito" recibido de los Apóstoles, quienes a su vez lo recibieron de Cristo al que ellos han "visto, contemplado y escuchado" (1 Jn 1, 1-3). Esta es la fe de la Iglesia, la fe apostólica.

La enseñanza recibida de Cristo se mantiene intacta en la Iglesia gracias a la presencia en ella del Espíritu Santo y a la misión especial confiada a Pedro, por quien Cristo oró: "Yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe" (Lc 22, 32), y por la misión también del Colegio de los Apóstoles en comunión con él: "El que a vosotros oye, a mí me oye" (Lc 10, 16).

La función de Pedro se perpetúa en sus sucesores; tanto es así que los obispos del Concilio de Calcedonia pudieron decir, después de haber escuchado la Carta que les envió el Papa León: "Pedro ha hablado por boca de León" (cf. H. Grisar, Roma alla fine del tempo antico, I, 359).

El núcleo de esta fe es Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre; Cristo, a quien Pedro confesó con estas palabras: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16).

He ahí, hermanos e hijos, el propósito incansable, vigilante, agobiador que nos ha movido durante estos quince años de pontificado. Fidem servavi, podemos decir hoy, con la humilde y firme conciencia de no haber traicionado nunca "la santa verdad" (A. Manzoni)."


Sobre os documentos do seu pontificado salienta:
"Recordemos, como confirmación de este convencimiento y para confortar nuestro espíritu que continuamente se prepara al encuentro con el justo Juez (cf. 2 Tim 4, 8), algunos documentos principales del pontificado que han querido señalar las etapas de este nuestro sufrido ministerio de amor y de servicio a la fe y a la disciplina; entre las Encíclicas y las Exhortaciones pontificias:

— Ecclesiam suam (6 de agosto de 1964; cf. AAS 56, 1964, págs. 609-659), que, en el alba del pontificado, trazaba las -líneas de acción de la Iglesia en sí misma y en su diálogo con el mundo de los hermanos cristianos separados, de los no cristianos, de los no creyentes;

— Mysterium fidei sobre la doctrina eucarística (3 de septiembre de 1965; cf. AAS 57, 1965, págs. 753-774);

— Sacerdotalis caelibatus (24 de junio de 1967; cf. AAS, ib., págs. 657-697), sobre la donación total de sí que caracteriza el carisma y el ministerio presbiteral;

— Evangelica testificatio (29 de junio de 1971; cf. AAS, ib., págs. 497-526), sobre el testimonio que, en perfecto seguimiento de Cristo, está llamada a dar hoy ante el mundo la vida religiosa;

— Paterna cum benevolentia (8 de diciembre de 1974; cf. AAS 67, 1975, págs. 5-23), en vísperas del Año Santo, sobre la reconciliación dentro de la Iglesia;

— Gaudete in Domino (9 de mayo de 1975; cf. AAS, ib., págs. 289-322), sobre la riqueza desbordante y transformadora de la alegría cristiana;

— y finalmente la Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975; cf. AAS 68, 1976, págs. 5-76), que ha querido trazar el panorama exultante y múltiple de la acción evangelizadora de la Iglesia hoy día.

Pero sobre todo, no queremos olvidar aquella nuestra "Profesión de fe" que justamente hace diez años, el 30 de junio de 1968, pronunciamos solemnemente en nombre y cual empeño de toda la Iglesia como "Credo del Pueblo de Dios" (cf. AAS 60, 1968, págs. 436-445). para recordar, para reafirmar, para corroborar los puntos capitales de la fe de la Iglesia misma, proclamada por los más importantes Concilios Ecuménicas, en un momento en que fáciles ensayos doctrinales parecían sacudir la certeza de tantos sacerdotes y fieles y qua requerían un retorno a las fuentes."

 

O Papa faz o seguinte apelo para estarmos atentos ao conhecimento e transmissão da Fé:
"Gracias al Señor, muchos peligros se han atenuado; no obstante, frente a las dificultades que todavía hoy debe afrontar la Iglesia tanto en el plano doctrinal como disciplinar, nosotros seguimos apelando enérgicamente a aquella sumaria profesión de fe, que consideramos un acto importante de nuestro magisterio pontificio, porque sólo con fidelidad a las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia, transmitidas por los Padres, podemos tener esa fuerza de conquista y esa luz de la inteligencia y del alma que proviene de la posesión madura y consciente de la verdad divina.

Queremos además, hacer una llamada, angustiada sí, pero también firme, a cuantos se comprometen personalmente a sí mismos y arrastran a los demás con la palabra, con los escritos, con su comportamiento, por las vías de las opiniones personales y después por las de la herejía y del cisma, desorientando las conciencias de los individuos y la comunidad entera, la cual debe ser ante todo koinonía en la adhesión a la verdad de la Palabra de Dios, para verificar y garantizar la koinonía en el único Pan y en el único Cáliz. Los amonestamos paternamente: que se guarden de perturbar ulteriormente a la Iglesia; ha llegado el momento de la verdad, y es preciso que cada uno tenga conciencia clara de las propias responsabilidades frente a decisiones que deben salvaguardar la fe, tesoro común que Cristo, el cual es Piedra, es Roca, ha confiado a Pedro, Vicarius Petrae, Vicario de la Roca, como lo llama San Buenaventura (Quaest. disp. de perf. evang., q. 4, a. 3; ed. Quaracchi, V, 1891, pág. 195)."



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